martes, diciembre 30, 2008

Feliz año nuevo.

En estos 364 días pensé que esto de la modernidad lo pide todo y yo solo quise que llamara por teléfono. Y no, no un celular. También hubo días que quise gritar que me dejen vivir tranquila entre mi desorden y mis tantas otras neurosis, pero casi no lo hice. Tuve que calmar mis caprichos y manifestarme como adulta antes de ampliar mi visión ya que eso resulto, a veces, ser una tarea agotadora. Que no intente y que en algún minuto de mi día me arrepentí de eso. Que quise llamar y no lo hice. No conseguí margaritas y no puedo, todavía, dejar de pensar en flores, olores y ese traje azul. Este año fui más veces a ezeiza de las que hubiese querido y no, no a la cárcel. Sentí que dentro de mi incomprensible vida hice las cosas bien. Tuve, como otras tantas veces, miedo pero este miedo al contrario no me paralizo muchas veces. Tuve y tengo la sonrisa diaria de mi sobrinita, la nefasta presencia de su madre. Las confusas acciones y el cariño de mi hermano. Las decisiones de mi hermana y su complicidad sorpresiva. La compañía constante de mi madre y las discusiones reiterativas y sin sentido con mi padre. Tuve personas que de la nada me dieron su amistad, solidaridad y cariño. Ah y también tuve otras cosas buenas y muy buenas pero en este último día del año admito que ser quejosa y hasta algo dramática me resulta relativamente fácil.


Che que tengan un muy buen comienzo de año, que tomen mucho y amanezcan sin resaca. Que coman de más y no aumenten más que unos pocos gramos. Que el globo aerostatico no se les enganche en el cable, que el muñeco del vecino no les deje mugre en su patio. Que nadie comente que la comida en realidad es de otras costumbres y que no digan por que comemos turrón si hace calor. En fin gente que tengan
mucha felicidad y toda la salud posible para ustedes y sus personas queridas durante los próximos tres cientos sesenta y cinco días.

miércoles, diciembre 17, 2008

Tuve un martes feo, quiero lluvia.




No sé si es por mis desvaríos alimenticios, mis pocas horas de sueño, mi enojo hacia mi cuñada, mis nervios facultativos, mi boludes amorosa o alguna otra razón que no pienso asumir la que sumado a mi animo están casi por ser las únicas causantes de que me asesinen o terminen echando de mi casa.
En fin así que trato de calmar mis ansiedades, fobias, represiones, ganas, deseos descontinuos, paranoias, ataques hipocondríacos, quejas, llantos entre figuritas abrillantas, mis protestas contra el sol, algunas risas por cosas tontas y alguna que otra neurosis haciendo collages, sacando fotos, quedándome horas sin prender la luz o prendiendo todas las luces, haciendo la comida que más me gusta, o bien frente a la compu con la radio y tele prendida pero sin otra luz que eso ni otro ruido que el de mis tantos pensamientos rebotando en mí sin poder salir para ser gritados por el jardín con el pasto recién cortado. Y ese olorcito que me hace desear lluvia, a veces soy solo un mini relámpago.


Lo sé, lo sé la foto no es buena.

miércoles, diciembre 10, 2008

Quedándome o yéndome?

La lluvia borra la maldad, y lava todas las heridas de tu alma
este agua lleva en sí, la fuerza del fuego, la voz que responde por tí, por mí...
y esto será siempre así, quedándote o yéndote.

(Luis Alberto Spinetta)


Estoy al borde de mi propio fusilamiento. En una estúpida necesidad de escapar de este cuerpo pudriéndose al sol. Estoy transcurriendo lentamente, estallando en pasos, mostrándoles a todos que la vida pasa a pesar que, tan sólo soy la que fui.
Sin saber qué hacer y en un vaivén de subjetividades digo y sobre todo siento que necesito un ancla. Algo que entienda esta manera visceral, este desdoblamiento de mi soledad que me acosa dejándome en una imposibilidad, al borde de los días. Con eso se va provocando un desgarramiento como si fuera poco casi como si fuera necesario mis músculos se corten, las venas tomen un color azul casi violeta en medio de una palidez casi de muerta. Y a ese borde frente a un vacío, me acerco, siendo un síntoma en una caída estrepitosa que esta en los contornos de la vida ajena. Una mínima expresión con un vertiginoso movimiento que me lleva a esconderme detrás de mis palabras, como tantas veces lo hice. Todo va a velocidades tan rápidas que estoy tan al casi de dejarlo todo. No sé ya no hay horóscopos a los cuales pueda sentirlos ciertos y escasos son los que están soportando mis humores. Pero es tan lógico y aceptable eso, que es de lo único que no me quejo. Quizás porque estoy convirtiéndome en los restos de mí. Nada. O simplemente porque soy una simple chica aniñada al lado de su madre,creyendo que ella con sus abrazos, con sus comidas puede borrar toda mi pesadumbre. Y a veces me conformo con ser una chica respondiendo el por qué que no entiende pero como no se ve el daño en la superficie, como no hay sangre visible. Nadie pero nadie ve el daño en mí. Tampoco se si eso esta mal.

lunes, diciembre 01, 2008

Días afónicos.




Mi piel no estuvo inalterable así que en medio de todo el contexto vacío, caótico, doliente. Trate de hacerme transparente pero no lo conseguí. Mis palabras fueron indecibles pero todo no se puede, eso es lo único que sé. Estos días desee que alguien entre por mis poros, si es posible que sea fosforescente y con ese simple contacto me desintegre. Tampoco paso eso. Así que no pude hacer otra cosa que evadirme por apenas unos minutos para apenas caminar y cruzar ese camino una sola vez y volver por otro. Es que dicen que el camino del dolor se recorre una sola vez. Pienso que es cierto.
Estos últimos días no estuve comprendiendo nada de nada pero creo que eso lo otorga la falta de entendimiento sobre ciertos ciclos injustos que lastiman. Solo eso.
Pero bueno en el lugar de la tragedia, bah donde mi tragedia tenía un lugar físico, mi lengua estaba lastimada, desvastada y todo ardía hasta el fondo del cuerpo. Todo se veía envidrado, la piel se desgarraba y chorreaba todas esas cosas que no podía aceptar. Y el olor de las flores, que todavía tengo en el cuerpo, me causaba nauseas pero le daban ese toque dulce al lugar donde lo tenían con su traje azul y con su corbata prolija. No recuerdo el color de la corbata, pero sé que tenía líneas. Ah y que no conseguí margaritas.
En fin hubo un momento, en el que parecía que, todos corrían atropellando todo lo que no quería, lo que nadie quería en realidad. Igual no sé por qué me estoy yendo de lo que quería escribir, será que soy un solo tema, últimamente y que tan solo no puedo sola con la soledad de estas cosas. También creo que pasa por no encontrar las palabras ante toda esta imposibilidad que siento, y esto de no poder dormir. Pero que bueno que llovió, que entre tanto no sentí los cuarenta de sensación térmica que hizo en estos días pasados. Ya son del pasado esos días, que raro se siente eso y todo lo demás.





La foto es la tumba de Emelyn Story en el cementerio civil de Roma, realizada por su marido el escultor William Wetmore Story (1819 - 1895)